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Wildfires: A Regional Challenge in the Context of Climate Change

Fecha: 30 de septiembre
Hora: 11:00am-12:30pm (hora de Chile)
Duración: 90 minutos
Registro: pendiente
Organizadores: UNDRR, UNEP, IOM, UNW, FAO

Introducción 

Los incendios forestales representan un desafío crítico en América Latina y el Caribe (ALC), que es una de las regiones a nivel global que ha enfrentado eventos particularmente devastadores en los últimos años. Los incendios abarcan no solo bosques, sino sabanas, pastizales, matorrales, tundra, desiertos, humedales y campos agrícolas, con consecuencias tanto inmediatas como de largo plazo. Los incendios forestales de 2024 y 2025 causaron pérdidas humanas significativas, destrucción de propiedades y daños —en ocasiones irreversibles— a los ecosistemas de la región y a los servicios que estos proveen. Los modelos matemáticos alimentados por datos satelitales confirmaron emisiones récord de carbono, con Bolivia y Venezuela liderando las estadísticas de dichos valores anuales. La extensión de las áreas quemadas por incendios también representa un dato preocupante, Brasil reportó 37,600,000 hectáreas quemadas en biomas clave para la biodiversidad de la región como el Pantanal, la Amazonía y el Cerrado (Copernicus, 2024). En Chile, la región de Valparaíso fue la más afectada, con reportes de 165 incendios activos en el pico de la emergencia, según el Servicio Nacional de Prevención y Respuesta ante Desastres (SENAPRED).

En el marco de la Coalición Basada en Temas (IBC) sobre Cambio Climático y Resiliencia, liderada por UNDRR y UNEP, esta nota conceptual aborda los incendios forestales y de otros tipos de vegetación desde una perspectiva regional, con un enfoque en la cooperación Sur-Sur y la integración de sistemas de alerta temprana. 

Contexto

En Chile, los incendios de 2024 y 2025 han sido particularmente devastadores, con más de 130 víctimas fatales y 43,000 hectáreas afectadas en 2024, y 22,000 hectáreas afectadas en regiones como Biobío y La Araucanía en 2025 (ReliefWeb, 2025; World Weather Attribution, 2024). Estos eventos reflejan una tendencia regional, con países como Brasil, Bolivia y México enfrentando incendios récord en 2024, que quemaron cinco veces más bosques primarios tropicales que el año anterior (Mongabay, 2025).

La variabilidad climática (ej. el fenómeno de El Niño) asociada con el impacto del cambio de uso del suelo en conjunción con el cambio climático aumenta la inflamabilidad del combustible vegetal y la intensidad de los incendios mediante temperaturas más altas, sequías prolongadas y patrones de precipitación alterados, afectando desproporcionadamente a comunidades en situación de vulnerabilidad, tales como, pueblos indígenas, jóvenes y poblaciones desplazadas, y en todos estos grupos, las mujeres son mayormente afectadas (UNDRR, 2025). En este contexto, el Manejo Integral del Fuego (MIF), promovido por la FAO y adoptado por numerosos países de América Latina y el Caribe, ofrece un enfoque estratégico que trasciende la simple supresión de incendios. El MIF integra prevención, preparación, respuesta y restauración post-incendio, combinando ciencia, políticas públicas y conocimiento tradicional. Este enfoque busca reducir la ocurrencia y severidad de incendios no planificados, fomentar el uso seguro y planificado del fuego —por ejemplo, a través de quemas prescritas—, fortalecer la gobernanza, la participación comunitaria y contribuir tanto a la adaptación al cambio climático como a la conservación de la biodiversidad. Un componente esencial del MIF son los sistemas de alerta temprana (SAT), que incluyen a herramientas como el Sistema Global de Información sobre Incendios Forestales (GWIS), herramientas de comunicación masiva y mecanismos de gobernanza del riesgo y gestión de la emergencia, son cruciales para mitigar impactos, permitiendo respuestas rápidas y coordinadas. Sin embargo, la implementación de estos sistemas debe incorporar una perspectiva de género e interseccionalidad para garantizar que las necesidades de todos los grupos sean atendidas.

La cooperación Sur-Sur ofrece una oportunidad para compartir experiencias y mejores prácticas en la región. Iniciativas como el Grupo de Expertos en Incendios Forestales de América Latina y el Caribe (GEFF LAC) han demostrado éxito en Brasil y Venezuela mediante el enfoque de manejo integral del fuego que considera quemas controladas y diálogo con comunidades locales (Ambio, 2018). En Chile, las prácticas tradicionales de manejo del fuego de los pueblos mapuche pueden enriquecer las estrategias de gestión de incendios, promoviendo la inclusión de conocimientos indígenas.

La transversalización de género e interseccionalidad es esencial para abordar las desigualdades en el análisis de los fenómenos, en especial las principales afectaciones en la exposición al riesgo y el acceso a recursos en el contexto de los incendios forestales, así como también en el diseño de las políticas de prevención, mitigación y protección. Las mujeres, que a menudo desempeñan roles clave en la gestión comunitaria y la recuperación post-desastre, enfrentan barreras significativas como la falta de acceso a información, recursos financieros y oportunidades de capacitación (UN Women, 2023). Incorporar estas perspectivas no solo asegura que las políticas de manejo de incendios sean equitativas y efectivas, sino que también alinea las estrategias con los objetivos de la COP30 para promover una resiliencia climática inclusiva y promover la activa e incidente participación de las mujeres en la toma de decisiones.

En Chile, las mujeres en áreas rurales son responsables de la seguridad alimentaria y el cuidado de los recursos naturales, lo que las posiciona como actores clave en la prevención y gestión de incendios. Sin embargo, enfrentan limitaciones significativas, como la falta de acceso a educación, financiamiento y tecnología, lo que reduce su capacidad para responder y recuperarse de los desastres (UN Women, 2023). Las mujeres han sido protagonistas activas y organizadas en la respuesta comunitaria. Durante los incendios de 2024 en Valparaíso, por ejemplo, organizaron respuestas propias para apoyar a sus familias y comunidades, al tiempo que facilitaron la labor de los servicios públicos. En la Comuna de Quilpué, la mayoría de las organizaciones comunitarias territoriales y funcionales que activaron espacios de apoyo social estuvieron lideradas por mujeres. Juntas de vecinos, clubes deportivos y otras organizaciones coordinaron acciones de acopio, ollas comunes y voluntariado. De las 29 ollas comunes activas en marzo, 23 fueron lideradas por mujeres en sedes comunitarias o casas particulares, y dos por personas de la comunidad LGBTQ+ (Área VBG, ONU Mujeres, 2024).El cambio climático incrementa la violencia de género; en sequías extremas se han registrado hasta 9% más hospitalizaciones por violencia (BID, 2025). Las emergencias y desastres elevan estos riesgos para niñas y mujeres, por lo que es necesario adaptar la respuesta para mitigar riesgos y asegurar atención rápida en seguridad y servicios esenciales.

Los impactos de los incendios en términos de desplazamiento deben ser también integrados en términos de gestión del riesgo y abordajes integrales. Los incendios emergen como una fuente significativa de nuevos desplazamientos por desastres en América Latina (IDMC, 2025), lo que implica la necesidad de una respuesta consistente y basada en derechos para responder a estos movimientos. Recursos limitados para su abordaje, en el marco de la región más desigual del planeta, podrían resultar en barreras por lo que apoyar a los gobiernos en el acceso a fondos de la cooperación internacional cobra también un valor en sí mismo. 

La interseccionalidad es igualmente crucial, ya que las experiencias de las mujeres varían según factores como la etnia, la edad, la discapacidad y la ubicación geográfica. Las mujeres enfrentan desafíos adicionales debido a la discriminación histórica y la marginalización, lo que limita su acceso a recursos y su participación en la toma de decisiones (UN Women, 2023). Por ejemplo, las prácticas tradicionales de manejo del fuego de los pueblos mapuche, como las quemas controladas, pueden ser una herramienta valiosa para prevenir incendios, pero su integración en las políticas nacionales requiere un enfoque inclusivo que respete el conocimiento indígena (Ambio, 2018).

Para garantizar una respuesta inclusiva, se deben implementar las siguientes medidas:

  • Desagregación de datos por género: Recopilar datos desagregados por género sobre los impactos diferenciales de los incendios forestales (vinculados a pérdidas humanas, destrucción de propiedades y desplazamiento, salud y seguridad, pérdidas y daños), para comprender cómo afectan diferencialmente a hombres y mujeres, permitiendo diseñar políticas específicas.

  • Capacitación y empoderamiento: Ofrecer programas de capacitación dirigidos a grupos subrepresentados – en particular a mujeres - sobre técnicas de manejo de incendios, uso de sistemas de alerta temprana y estrategias de resiliencia comunitaria.

  • Inclusión en la toma de decisiones: Garantizar la representación de mujeres de manera paritaria, incluso mujeres de comunidades indígenas, así como también asegurar la participación de grupos subrepresentados en foros de planificación y formulación de políticas de manejo de incendios.

  • Acceso a recursos: Facilitar el acceso de grupos subrepresentados a financiamiento, tecnología y recursos para la prevención y recuperación de incendios, incluyendo programas de microcréditos y apoyo técnico. Del mismo modo, fortalecer capacidades de gobiernos locales para el acceso a fondos de la cooperación internacional. 

  • Integración de conocimientos indígenas: Reconocer y promover prácticas tradicionales de manejo del fuego, como las de los pueblos mapuche, para enriquecer las estrategias nacionales y regionales.

  • Planes de trabajo inclusivos: Elaborar planes de trabajo que refleje los acuerdos e incluya la voz de las mujeres.

  • Rendición de cuentas: Generar instancias de rendición de cuentas que promuevan la transparencia responsabilización. 

Objetivos de la reunión 

  1. Fomentar la Cooperación Sur-Sur: facilitar el intercambio de experiencias y mejores prácticas en la gestión de incendios forestales entre países de ALC, destacando iniciativas exitosas.

  2. Fortalecer los Sistemas de Alerta Temprana (SAT): Identificar estrategias para mejorar la implementación de SAT en la región, asegurando su accesibilidad para comunidades vulnerables, especialmente mujeres y niñas.

  3. Promover la transversalización de género e interseccionalidad: Integrar perspectivas de género, pueblos indígenas, jóvenes y poblaciones desplazadas en las políticas y estrategias de manejo de incendios forestales.

  4. Integrar datos de género en la respuesta a incendios forestales: Formular mensajes clave y recomendaciones que integren las prioridades regionales de reducción de riesgos de desastres, cambio climático, pérdidas y daños, desplazamiento, biodiversidad y resiliencia, con énfasis en datos por género para políticas inclusivas.

  5. Fomentar la participación multi-actor: Involucrar a agencias, fondos y programas de la ONU, gobiernos nacionales y locales, comunidades indígenas, organizaciones de la sociedad civil y el sector privado en un enfoque colaborativo para la gestión de incendios.

Resultados esperados

  • Recomendaciones prácticas para aplicar conceptos de Manejo Integral del Fuego, fortalecer los SAT y la cooperación Sur-Sur.
  • Estrategias inclusivas que integren género e interseccionalidad en el manejo integral del fuego.
  • Fortalecimiento de redes entre agencias, fondos y programas de la ONU, gobiernos, comunidades indígenas y sociedad civil.
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